Quiero responder a esta pregunta, a la pregunta de un escritor y crítico de arte cubano, trayendo a cuentas la práctica artística de una mujer brasileña -y con esto quiero sugerir, por cierto, que esa práctica sólo ha podido ser concebida a partir de una condición doblemente periférica: marginalidad penosa del género duplicada sobre la marginalidad forzada de la geografía. Esta ecuación, un tanto extraña, un tanto vaga, me autorizaría quizás a relacionar ese cuerpo insistentemente mencionado por Sarduy con aquel cuerpo al que se refiere, una y otra vez, incansablemente, todo el trabajo de Lygia Clark7. Y es el pensamiento de este cuerpo -?y cómo llamarlo?, ?cuerpo fluído, elástico, múltiple, cuerpo sin órganos?- el que permitiría componer en un mismo plano conceptual al arte de Mondrian y al de Oiticica, al saber estético del espacio desplegado en la obra de Picasso y al saber estético del cuerpo articulado en la obra de Clark. Porque para Clark un cuerpo no guarda secretos, carece de secretos "inconscientes": es simplemente un plano sobre que surgen agujeros. Hacer arte en esos términos es desplegar aún más el plano, producir la superficie, sellar los agujeros más notorios y desplazar a los otros, seguir extendiendo la superficie, administrar estéticamente los desplazamientos de esos agujeros.
![]()
Ahora bien, resulta claro que en la práctica estético-terapéutica de Clark se trata menos de establecer un determinado concepto de cuerpo que de operar a nivel de lo que podríamos denominar "modelos de subjetivación". Son esos modelos de subjetivación, en definitiva, los que actualizan a nivel del individuo una estructura de corporalidad determinada, a través de procesos específicos de incorporación -y aquí entiendo "incorporación" en el sentido en el que este término es discutido por Judith Butler en su libro "Gender Trouble"8, o sea, como el proceso por excelencia de producción de la instancia representable de la corporalidad. Querría oponer, entonces, el modelo de subjetivación implícitamente propuesto por Clark a partir de su trabajo de estructuración del self -pero que puede ser detectado sin duda en todas y cada una de las instancias atravesadas por su obra- a ese otro modelo de subjetivación rígido, que opera a partir de particiones dicotómicas del tipo interior/exterior, público/privado, personal/político, y que fue caracterizado por Hal Foster en un texto reciente como "sujeto fascista"9 -pero al que también se podría denominar "sujeto moderno" si nos atenemos a una definición Greenbergiana de la modernidad.